Alois Podhajsky David Muriel Holgado Salamanca. Iniciado en la Doma Natural con el m�todo de la et�loga equina Lucy Rees. Se dedica a la doma de caballos Pura Raza Espa�ola. Alois Podhajsky naci� el 24 de febrero de 1898 en Mostar (Bosnia � Herzegovina) y lleg� a coronel del ej�rcito austr�aco. Muri� el 23 de mayo de 1973 en Viena. Durante 25 a�os fue director de la Escuela Espa�ola de Equitaci�n de Viena (Austria), entre 1939 hasta 1965. Fue tambi�n medallista Ol�mpico y escribi� entre otros libros "Mis caballos, mis Maestros" y "La equitaci�n Cl�sica". La Escuela Espa�ola de Equitaci�n de Viena, fue fundada en 1572 con los caballos de Raza Lipizanos, descendientes de la raza Pura Espa�ola. Los caballos Lipizanos se adiestran para la doma cl�sica y alta escuela. Est� situada dentro el palacio imperial de los Habsburgo. El edificio fue mandado a construir por el emperador Carlos VI del Sacro Imperio en 1735. El picadero es de estilo barroco y el arquitecto se inspir� en el palacio de Versalles. Estos caballos son criados en la "Yeguada Piber Federal" de donde se abastece la escuela. Podhajsky era director de la escuela durante la segunda guerra mundial. En los bombardeos a Viena, evacu� para mayor seguridad a los sementales y a las yeguas. Pero los refugiados intentaban robar estos caballos para com�rselos, hab�a que protegerlos. El general Patton del ej�rcito norteamericano que conoc�a a Podhajsky cuando �ste compet�a en los Juegos Ol�mpicos, puso bajo la protecci�n de Estados Unidos a los caballos Lipizanos durante la guerra. Podhajky dio un espect�culo con los caballos y jinetes de la escuela a Patton y a los norteamericanos. De la yeguada de Piber se apropiaron los alemanes de muchos caballos lipizanos, fueron llevados a una yeguada Nazi en Hostau (Checoslovaquia). Rendidos los alemanes en abril de 1945, los norteamericanos recuperaron a los caballos Lipizanos antes de que cayeran en manos de los sovi�ticos que posiblemente los sacrificar�an para carne. Despu�s de la guerra, los Lipizanos volvieron a Viena en 1955. Podhajsky fue muy conocido por salvar a los caballos y por su aportaci�n a la doma cl�sica en la Escuela Espa�ola de Equitaci�n de Viena, que en la actualidad es una de las m�s reconocidas en el mundo, m�ximo exponente del "Arte Ecuestre". En sus libros Podhajky nos dice que, la educaci�n del jinete en la escuela Espa�ola de equitaci�n de Viena, se realiza mucho tiempo montando al caballo a pelo cuando �ste va a la cuerda, para que aprenda a equilibrarse y a mantener la postura m�s beneficiosa para los dos. De sus ense�anzas es necesario destacar lo siguiente: De todas las artes, el arte ecuestre es lo que est� m�s cerca del arte de vivir, porque todo lo que nos ense�a es directamente aplicable a la vida misma. Deben aprender a repartir el peso entre manos y patas. Las manos son las m�s cargadas. Hacer coincidir los dos centros de gravedad del caballo y jinete es esencial en el arte ecuestre. Contacto es la uni�n entre la mano del jinete y la boca del caballo, para conducirlo y reunirlo. El caballo buscar� un suave apoyo con el bocado, con un contacto permanente y uniforme, buscando un sost�n en la rienda "quinta pata", se dice entonces que el caballo est� en la mano. Permeabilidad existe cuando la tensi�n de las riendas influye a trav�s de la nuca, del cuello y del lomo sobre las patas del mismo lado, haci�ndolas obedecer. Halagar con la mano y la voz, no necesita caricias en el cuello y menos palmadas. Dejar andar con riendas sueltas despu�s del ejercicio, poner pie en tierra y mandar al caballo a la cuadra sin montarlo. La avena y el az�car, despu�s de los ejercicios son recompensas. El Ritmo indica la frecuencia de los diferentes movimientos, conservar el ritmo regular debe ser uno de los principales objetos de la doma. Al paso que no arrastre los miembros, que los levante. Si acortamos los trancos manteniendo el mismo Ritmo, se provoca una elevaci�n de las extremidades, esto es la Cadencia. La mayor�a de las resistencias provienen bien del miedo que el caballo siente en presencia del hombre, de no comprender lo que se exige o de la imposibilidad de realizarlo.