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El Jinete

Jos Manuel Sales Pons
Experto profesor de equitacin y entrenador de exitosos jinetes


"Les allures, Le cavalier de L. de Sevy (1919)
Libro escrito hace casi un siglo -dato que hay que tener en cuenta- por el oficial de caballera e investigador incansable sobre todo lo relacionado con el caballo, L. de Sevy, cuyas reflexiones sobre las cualidades morales del jinete siguen siendo de total actualidad.

El jinete.- Cualidades morales (captulo 2)
Hoy en da, el automvil ha vencido al caballo en velocidad y en resistencia. El caballo, cuando ya no es un instrumento de guerra, pasa a ser un instrumento de lujo o de deporte. Pero el permiso de conducir no confiere a su poseedor el conjunto de cualidades que el jinete actual ha heredado parcialmente de su antecesor el caballero: las virtudes guerreras y privadas; est permitido constatar que los contemporneos acuerdan reconocerle la audacia, la distincin, la elegancia y el tacto.

Hay cualidades que todo verdadero jinete posee: las que le son necesarias para saber imponer siempre su voluntad a su montura y someterla a sus exigencias. Hay otras que nacen o se desarrollan en l, por una clase de educacin que l recibe de su caballo, teniendo ste una cierta influencia moral sobre su jinete.

Someter a su voluntad a un animal dotado de una fuerza superior a la suya, es su privilegio. Saber reaccionar tanto por el vigor como por la paciencia; saber ser enrgico sin ser jams brutal; todo esto supone desarrollar un control de s mismo, que se ha convenido en llamar el tacto ecuestre.
Esta cualidad est hecha de finura en la percepcin de sensaciones que revelan ye sea la resistencia, ya sea la sumisin.

El hombre, en general, est hecho de manera que, en todas circunstancias, se acuerda ms de la injuria que de la bondad; as mismo, se aferra a la menor resistencia, pero le hace falta mucho ms tacto para percibir un principio de concesin y poner en prctica este gran principio de doma: "ceder, en cuanto el caballo ceda."

El tacto est hecho a medida de las exigencias del jinete, que no pide al caballo ms de lo que ste puede darle, con un poco de renuncia, cuando l debe por razones suspender un ejercicio de doma interesante y olvidarse de s mismo para recompensar a su montura.

Es por esta variedad y estos procederes opuestos por los que el jinete llega a modelar a su montura tan maravillosamente, que sta no vive ms que para satisfacer los mnimos caprichos de su voluntad.

Pero el caballo, a su vez, por una especie de inversin de los papeles, es a veces el educador de su jinete. Por su rebelin o por su sumisin, el caballo le ensea a darse cuenta de su error o de su tacto.

Su memoria le hace acusar durante mucho tiempo los errores del jinete. Le obliga a acordarse de su error.
Hay en esto una verdadera doma recproca que vuelve al jinete diestro, comedido en sus exigencias, atento a vigilar y analizar sus sensaciones, pronto a pasar de la dureza a la dulzura, sin odio y siempre dispuesto a perdonar, dueo de s mismo en todas las circunstancias, valiente y a veces temerario por la costumbre del peligro.

Todas estas cualidades vuelven al jinete eminentemente sociable.
La costumbre de contar con l hace que busque, en todas las cosas, el punto de vista del prjimo, lo que le hace parecer discreto, sagaz y poco egosta.
La obligacin en la que se encuentra de pasar siempre por un intermediario para ejecutar su propia voluntad, le exige graduar sus exigencias para hacrselas aceptar: egosta en el objetivo, no puede serlo en los procedimientos.

La solicitud del jinete por su montura debe ser continua: el caballo es incapaz de conocer sus necesidades y de bastarse a s mismo y los cuidados que exige hacen indispensable, en casi todo momento, la atenta presencia del jinete. Este en todo momento debe pensar y reflexionar por su caballo, prevenir todo lo que le sea necesario y ocuparse de l activamente hasta en los mnimos detalles de su vida animal. Debe ser bastante observador para comprender los signos, a veces fugitivos, que denuncian una indisposicin o un estado de cansancio; buscar y descubrir las causas, para remediarlas.

Un poco de abnegacin de s mismo le es necesaria al jinete.
En todo momento debe olvidar sus propias necesidades para proveer a las de su montura, y de no pensar en su persona, aunque este muerto de hambre o de cansancio, solo cuando su caballo est provisto de todo.

Esta solicitud y esos constantes cuidados del jinete para su caballo, procuran con el olvido de s mismo, la costumbre de la observacin y el crecimiento de un espritu crtico y reflexivo.