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El arte de la Equitacin

Es esta una frase habitual en el mundo hpico, pero que enfocada profundamente desde lo que el Arte realmente implica en cuanto a creatividad y trascendencia a travs de cada obra (en este caso es el caballo nuestra obra), resulta mucho ms profunda y fructfera para nuestra formacin como seres humanos y como jinetes.

Nuestra obra como jinetes es excitante, ya que no trabajamos sobre la piedra, la tela o el papel, sino en relacin directa con una forma viviente, la cual tambin llevar nuestra firma al pie como responsables directos de nuestra creacin. Nuestra creacin ser tanto ms sublime, cuanto mayor sea nuestra creatividad y nuestros conocimientos acerca del entrenamiento, entendimiento y la forma de comunicacin con nuestro material viviente.

Nadie mejor para explicar la esencia del Arte que Daisaku Ikeda, quien nos enriquece con su sabidura tan bellamente explicada.

La vida creativa - Discurso pronunciado en la Academia de Bellas Artes del Institut de France, Pars, Francia, el 14 de junio de 1989
Daisaku Ikeda

Es el presidente de la Soka Gakkai Internacional (SGI), una organizacin mundial con ms de doce millones de miembros en 190 pases y territorios, y fundador de varias instituciones educativas, culturales y de investigacin. Es un filsofo budista, escritor prolfico y poeta laureado, reconocido como uno de los mayores intrpretes del budismo, que ha extrado la infinita sabidura de esta religin para ayudar a la humanidad a sobrepasar muchos de los problemas que enfrenta hoy en da.

Mientras pienso en las muchas personalidades que han recorrido esta Academia, la misma que hoy descubren mis pasos, y que se han detenido en este mismo lugar desde el cual me dispongo a hablar, lo que me embarga es un sentimiento de respetuosa admiracin, de asombro ante la conciencia de lo que representa el ser humano creativo. En mi necesidad de expresar lo que senta, di forma a los siguientes versos:

En el lecho recndito del mar
se extiende un manantial inmenso,
de aguas puras que fluyen sin cesar,
ms anchas y azules que las de lago alguno.
Quien oye tintinear su corriente
oir tambin, prodigio y asombro,
la ms dulce meloda,
incesante, inextinguible,
de un cauce que surge sin pausades
de el tiempo sin comienzo.
All brota el poder eterno de la vida,
dispuesto a brindarse a quien busque su fresco contacto.
La fuerza irrestricta de la creatividad
a quien beba de sus aguas
quiere contagiar, nutricia. Esta vertiente que estalla
desde el cosmos ms profundo
y desde all se derrama
al ocano anchuroso de la vida,
este manantial inmenso,
mstica fuente del universo,
que vuelca el gigantesco mar de la vida,
desde su caudal primordial,
deja or, cual cuerda resonante,
la vibrante sinfona de la historia.
Esa msica sacra y solemne
no es acaso el ritmo interno de la humanidad,
el idioma con que se entienden
todos los hombres, todas las mujeres?
No percibimos, en eco sobre las olas,
las claras notas de esta sagrada meloda?
No distinguimos el ritmo palpitante que brota
desde la zona ms honda del espritu,
desde esta profundsima,
insondable fuente de la creacin?

Una fuerza integradora

El arte es la irrefrenable expresin de la espiritualidad humana. Lo es hoy y lo ha sido siempre. En cada una de las infinitas formas concretas que adopta el arte, se halla impreso el smbolo de la realidad trascendente. La creacin de una obra de arte tiene lugar dentro de los confines espaciales, pero mediante el proceso creador, el alma del artista busca fusionarse con esa realidad suprema, que podramos denominar "vida csmica". As pues, una obra de arte viviente es la vida en s, nacida en la fusin dinmica del yo (el microcosmos) con el universo (el macrocosmos).
El arte es al espritu lo que el pan es al cuerpo; es el arte el que nos permite experimentar la inseparabilidad con una entidad que nos trasciende, respirar a tono con su aliento, absorber la energa necesaria para nuestra renovacin espiritual. El arte tambin purifica el ser interior y produce esa elevacin espiritual que Aristteles llam catarsis. En qu consiste esa cualidad del arte que lo ha llamado a desempear un papel tan elemental y tan perdurable en la vida humana? Creo que en el poder de integrar y revelar la totalidad de las cosas. En una de las primeras escenas de Fausto, Goethe hace declarar, en un rapto de xtasis, al protagonista: "Todas las cosas se funden en el todo, y cada una de ellas vive y opera en las dems". Si aceptamos esta maravillosa declaracin sobre la naturaleza interdependiente de todos los seres vivos, en tal caso el arte pasa a ser la modalidad elemental mediante la cual los seres humanos descubren sus vnculos con los semejantes, con la naturaleza y con el universo.

Se trate de un poema, una pintura o una obra musical, cualquier joya de la expresin artstica consigue estremecer en nosotros un impulso inefable que nos transporta allende lo emprico y nos deja compartir la experiencia con otros, mientras que, a la vez, nos confirma su realidad. La fuerza integradora del arte opera en los seres vivientes abriendo la ruta por la cual lo finito se torna infinito, y la experiencia real y especfica adquiere un significado universal. La religin siempre ha actuado a travs del arte para afirmar la identidad con lo universal, como puede apreciarse en el desarrollo paralelo que siguen el arte y el ritual religioso dentro del drama antiguo. La autora inglesa Jane E. Harrison escribe: "Desde el comienzo, es un mismo y nico impulso el que lleva al hombre a la iglesia y al teatro".

Segn una ancdota que lleg a mis odos, un actor japons sinti ese impulso cuando, aos atrs, debi hacer un viaje a Europa. Al cabo de su visita al Louvre, luego de ver numerosas obras maestras del arte occidental, alguien le pregunt cul era su opinin. Y su primer comentario fue: "Todo es tan cristiano!". Esta reaccin, aunque exagerada, refleja la autntica sorpresa de comprobar hasta qu punto el espritu del arte occidental se haba visto nutrido por la tradicin cristiana. Observar cun "cristiano" resultaba el arte acaso haya sido la forma en que este visitante oriental, sumergido en el panten del arte de Occidente, intent expresar su contacto con la realidad suprema que all palpitaba. Las catedrales de Notre Dame y de Chartres, cumbres arquitectnicas de la cosmovisin medieval cristiana, corporificaron la portentosa fuerza del arte para integrar la realidad temporal con la realidad suprema. En la Edad Media, el arte era la religin, y la religin era el arte, y en la fusin entre ambos, el hombre llev a cabo su apasionada bsqueda de una vida ms plena.

Un espacio que conecta

Si comparamos la tradicin religiosa del Japn con el riguroso monotesmo cristiano, aquella resulta difusa e indefinida en muchos terrenos. No obstante, en la religiosidad japonesa existe una poderosa dimensin esttica que entabla vnculos con lo universal. El escritor francs Andr Malraux, uno de los grandes intelectos del mundo de la posguerra, supo comprender este fenmeno. Vio la esttica tradicional del Japn en sus diferencias con Occidente, y la denomin "realidad interna". Como esta expresin deja entender, Malraux percibi claramente la motivacin religiosa que subyace en la percepcin japonesa de la unin o comunidad entre la naturaleza y el universo. Antes que l, otro intelectual francs, Paul Claudel, compar la esttica de Occidente con la del Japn; y, concluy, a esta ltima le ocupaba ms fusionarse con la naturaleza que dominarla. Cabe decir, entonces, que lo que impregna toda la cultura japonesa es la inclinacin a ir en busca de la totalidad, en forma consciente o inadvertida.

En los ltimos tiempos, especialmente desde que la modernizacin gan espacio entre nosotros, se ha ido desvaneciendo esta fuerza integradora que, otrora, supo impregnar el arte y la religin, tanto en el mundo oriental como en el de Occidente. Desde fines del siglo XIX, la sociedad viene oyendo voces de advertencia de personas con la suficiente lucidez para advertir lo que se est gestando. No voy a repetirlas aqu, pero, s, quiero recordar que cuando los seres humanos cortan sus vnculos con la naturaleza y el universo, tambin dejan marchitar y morir los lazos recprocos que los unen con sus semejantes. La consecuencia es que el hombre termina aislndose en su soledad; y lo peor de todo es que, a fuerza de parecer "normal", la situacin deja de ser vista como un problema.

A medida que hemos ido internndonos en la modernidad, el medio ambiente del arte tambin sufri notables transformaciones. Pensemos en el teatro contemporneo, comparado con el drama griego de la poca clsica, cuando el pblico, reunido en el anfiteatro que circundaba el escenario, a menudo participaba con mayor entusiasmo que los actores. Hoy, cuando un artista solitario enfrenta la hoja en blanco o la tela al desnudo, cmo puede conectarse con el pblico desconocido? Por talentoso que sea, el ambiente actual no le ofrece terreno para el encuentro recproco, ni comunidad orgnica de intereses donde la fuerza integradora del arte pueda obrar para vincularnos con la realidad trascendente.

Algunos buscan rescatar una vitalidad prehistrica, moribunda, en su afn de redescubrir la solidez resistente de los pueblos antiguos. Otros suean con una naturaleza en bruto, indmita, a salvo de las restricciones de la modernizacin. La lucha por restituir la totalidad adopta muchas formas. Por otro lado, desde fines del siglo pasado, a veces nos parece como si los problemas tpicos de cada era hubieran hecho surgir una galaxia de estrellas que se acercan y pasan a nuestro lado, cual opulento desfile de mentes brillantes. Hoy, la libertad y la diversidad artstica estn ms a nuestro alcance que nunca, y, sin embargo, dira que en la misma medida vemos debilitarse la capacidad de trascender lo visible y de penetrar en los niveles ms profundos de la realidad, mientras se marchita y reseca el deseo de sanar el espritu desvinculado de sus semejantes.

Conectados con la totalidad

Esta idea de la integracin aparece en el trmino budista kechi-en (que, literalmente, significa "sumarse" a un "vnculo", pero denota la relacin causal o funcin que relaciona la vida con su ambiente). El concepto surge de la teora del "origen dependiente", importante construccin filosfica en el Budismo desde los tiempos de Shakyamuni. La teora del origen dependiente sostiene que todos los fenmenos, sociales o naturales, son el resultado de sus vnculos con otros fenmenos. Nada existe en aislamiento total; todo mantiene una estrecha interrelacin. Por lo general, pensamos las interacciones desde el punto de vista espacial, pero el concepto budista es multidimensional, e incluye la dimensin del tiempo. En el origen de la conciencia esttica japonesa referida a la empata y a la convivencia con la naturaleza, que atrajo la atencin de Malraux y de Claudel, existe un animismo primitivo, pero, ms an, un enfoque arraigado en el concepto budista del origen dependiente.

Ciertas formas tradicionales del arte, como la ceremonia del t, los arreglos florales, la jardinera tpica, o los biombos o las puertas corredizas, no fueron concebidas como fines en s mismas o como elementos dotados de valor intrnseco. Su plena significacin se revela slo cuando dichos objetos se emplazan en un "espacio" sito en el corazn de la vida comn y cotidiana. Su valor depende del kechi-en, de la conexin que establecen con el espacio circundante. Ciertas formas tradicionales de la poesa japonesa, como el renga (versos ligados) o el haiku, no podran haber cobrado vida sin un espacio donde muchas personas pudieran reunirse y, literalmente, entablar relaciones con el lugar, con s mismos y con los versos.

En el Budismo Mahayana, el trmino ku (a veces traducido como vaco o vacuidad) describe la realidad de todas las cosas como derivacin del kechi-en. An hoy existe tendencia a relacionar la idea de ku con la idea de la nada. En parte, esto es responsabilidad del Budismo y, en especial, de las enseanzas del Hinayana. Estas doctrinas alientan una suerte de nihilismo, a travs de exponer que se llega a la iluminacin negando los valores mundanos. El Budismo Mahayana sita el concepto de ku en un marco muy distinto de esta comprensin esttica y nihilista; por el contrario, la realidad es vista como un fluir constante, es decir, como la corriente dinmica de la vida en s. A decir verdad, la filosofa de Henri Bergson, que plantea la realidad en la continuidad de los fenmenos, ms que en su carcter eterno, se encuentra ms cerca del ideal "mahaynico" que el Budismo Hinayana.

Yo llamo "vida creativa" al dinamismo que palpita sin cesar en la idea de ku expuesta por el Budismo Mahayana. La vida creativa se consagra ntegramente a trascender el yo individual, allende los lmites del espacio y del tiempo, y avanza en busca de un yo universal. La vida creativa cada da conquista un hito nuevo, cada da experimenta la autorrenovacin, siempre en sintona con el ritmo primigenio del universo. Al hacerlo, genera una transformacin completa. Hace diez aos, sali publicado el dilogo que mantuve con Ren Huyghe, de la Acadmie Franaise. All, Huyghe llega hasta el corazn del Budismo Mahayana, cuando describe su esencia como "vida espiritual", y la describe con estas palabras: "Estamos conectados con la totalidad [...y] unidos con la accin creativa del futuro, hacia la cual avanza el universo".

El Sutra de este mundo

El Sutra del Loto, raz de la enseanza del Mahayana, describe el dinamismo de la vida creativa de muchsimas formas, para facilitar una amplia comprensin de su significado. En un sentido, la vida creativa est libre de los lmites que imponen el tiempo y el espacio; libre, para expandirse y crecer. A la vez, con toda esta vastedad, la vida creativa se encuentra contenida en un solo instante, en cada instante de la vida de un individuo. La primera parte del Sutra del Loto explica que todos los fenmenos revelan la Ley fundamental (o realidad suprema del universo). Cuando llegamos a percibir esta Ley y nuestra vida como una entidad inseparable, podemos reconocer que en nuestra vida se encuentran condensados todos los fenmenos y, al mismo tiempo, sentimos que nuestra vida impregna el universo. En la ltima parte del sutra, se revela que el Buda no tiene comienzo ni fin, pero lo que se est exponiendo, en realidad, es la naturaleza eterna de la vida. Ms an, el pasado y el futuro estn contenidos en el momento actual (ya que el presente es el efecto de la causa pasada y la causa del efecto futuro). Como totalidad, el Sutra del Loto elucida el dinamismo de la vida creativa, que, ajena a todo lmite o restriccin, existe libre de los grilletes del tiempo y el espacio.

En el nivel de la actividad cotidiana, la vida creativa nos impulsa a la bsqueda desinhibida de la autoperfeccin. Lo que diferencia al Sutra del Loto de todas las dems escrituras es su foco inmediato; sita la conquista del "Camino del Bodhisattva" aqu y ahora, en este mundo terrenal, sembrado de conflictos. Nos conduce a elevarnos, a trascender la dimensin de nuestro "yo inferior", para afirmar el yo universal, en el lugar donde nos encontramos, en medio de nuestra realidad cotidiana.

El Sutra del Loto abunda en imgenes pintorescas y literarias, cargadas de fuerza dramtica. La parte intermedia contiene una descripcin de la "Ceremonia en el Aire". Durante su transcurso, irrumpe en el cielo una colosal Torre de los Tesoros, ornamentada con siete clases de metales preciosos y gemas (por ejemplo, oro, plata, lapislzuli y perlas). Suspendida majestuosamente en el universo, simboliza la grandeza y la dignidad de la vida. El captulo "Duracin de la vida de El Que As Llega", describe al mundo en paz como una tierra colmada de dioses y de seres humanos:
Los salones y pabellones de sus jardines y bosques lucen el adorno de las gemas ms diversas. Los rboles alhajados revientan de flores y de frutos, bajo cuya copa los seres vivientes se solazan, a buen resguardo. Las deidades repican sus tambores celestiales e interpretan, a cada instante, la msica ms variada. Cae una lluvia de flores de manadrava, que se dispersa sobre el Buda y la gigantesca asamblea.
Esta pugna de imgenes pictricas, poticas y musicales no tiene otro fin que el de evocar un mundo realmente esplndido. Hay ocasiones en que el arte y la religin se enfrentan de un modo antagnico, pero en el Sutra del Loto, ambas armonizan y se complementan de la forma ms perfecta.

La metfora de la danza

Segn el Sutra del Loto, el despliegue de la vida creativa abarca los tres planos de la vida humana; para decirlo en trminos de Kierkegaard, cubre las dimensiones religiosa, tica y esttica. Juntas, forman una corriente csmica, dinmica y total. En un proceso incesante de refinamiento y sublimacin, evoca la imagen de un trompo polcromo que gira cada vez a mayor velocidad, hasta que, por fin, todos los colores se funden en un nico matiz de belleza sobrecogedora. Hay un fragmento que captura la esencia del Sutra del Loto, con sencillez y belleza ejemplares:
Aunque no seas el venerable Mahakashyapa, igualmente deberas saltar de alegra! Aunque no seas Shariputra, igualmente deberas ponerte de pie y echarte a bailar! Cuando el bodhisattva Jogyo irrumpi de la Tierra, lo hizo a brincos, embargado de jbilo... [v]
Mahakashyapa y Shariputra, smbolos vivientes de la inteligencia, se contaban entre los discpulos ms prominentes de Shakyamuni. En este fragmento, la "danza" es metfora de la alegra que sintieron cuando escucharon las enseanzas del Sutra del Loto. Lo que proyectaban era el jbilo de vivir que uno siente cuando abarca la realidad suprema del universo y corporifica el valor ms elevado de la existencia humana. El bodhisattva Jogyo era quien encabezaba la multitud incontable de bodhisattvas que Shakyamuni convoc desde lo profundo de la Tierra cuando expuso el Sutra del Loto, y a quienes se les encomend la propagacin de la Ley en la poca posterior a la muerte de Shakyamuni.

"Saltar de alegra", "echarse a bailar", "irrumpir a brincos" son potentes imgenes artsticas henchidas de simbolismo, que sugieren la energa y la vida enrgica de los bodhisattvas al irrumpir de la Tierra. Transmiten, todas ellas, el dinamismo vibrante de la vida creativa. Cuando empleo la palabra "smbolo", pienso en la brillante tradicin del simbolismo en la literatura francesa. En el Sutra del Loto, ledo como la saga del ciclo vital que despliega un individuo, la metfora de la danza no apunta tanto a proyectar una imagen concreta, como a simbolizar la ndole sublime de la vida creativa. La secuencia de una ola tras otra de bodhisattvas, que irrumpen a brincos desde lo profundo de la Tierra, representa la dicha suprema del profundo desafo humano, empeado en lograr la armona con la Ley fundamental del universo, y representa tambin la plenitud que brinda el esfuerzo permanente por contribuir a la sociedad humana.

La simple belleza de la danza como metfora trae a mi mente un fragmento de Paul Valry, en uno de los dilogos que integran Dance and the Soul (La danza y el alma). All, Valry hace comentar a Scrates, al ver a una danzarina:
...mientras que esta exaltacin vibrante de la vida, y esta supremaca de la tensin, y este vrtigo de la mxima agilidad posible en el ser humano, tienen la virtud y la potencia del fuego a plena llama; no parece que se consumen en l las miserias, las aflicciones, la necedad y la carga montona de la existencia, para tornarse frente a nuestros ojos la luz restallante de lo que hay de divino en una mujer mortal?
El fragmento de Valry pertenece a un gnero muy diferente del que cultiva el citado sutra budista. Y, sin embargo, ambos emplean la metfora de la danza para verter en palabras la inexpresable pureza del movimiento y para conjurar en imgenes la naturaleza divina del arte.

Una revolucin espiritual

Vivimos en una poca de cambios y de dificultades sin parangn. En tiempos como ste, las personas vuelven la mirada hacia el interior; es lo que est sucediendo actualmente. Mientras se acercaba al final de su vida, obsesionado por el estampido de botas que sacudan el territorio francs y el resto de Europa, Valry trat de promover una "liga espiritual" de personas dedicadas a metas nobles y elevadas. Andr Malraux tambin detect seales certeras de una revolucin espiritual que tendra lugar en la prxima centuria. Ambos vislumbraron el resplandor de lo que hemos denominado vida creativa, esa fuerza que busca crecer y florecer en un movimiento articulado. A travs de la revolucin humana interior, la vida creativa surgir hacia la superficie, impulsada por la urgente bsqueda de la realidad suprema que palpita detrs de esa "liga espiritual" y de esa "revolucin espiritual" a las que he aludido. Creo que ste es el origen de la energa que activa todas las actividades humanas, en especial, las artsticas.

Quisiera concluir mis palabras con otro poema, esta vez compuesto en honor al arte.

Oh, Arte,
luz eterna,
impronta inmortal de las civilizaciones!
Himno a la vida, a la libertad,
himno a la dicha y a la creacin!
Oracin intensa,
profunda armona con la realidad fundamental!
Foro de amistad,
donde millones de seres se suman, se sonren, se saludan.
Un hombre de letras del Poniente manifest:
"El Este es Este, y el Oeste, Oeste es.
Pero cuando ambos colosos se encuentren,
ya no habr fronteras ni nacionalidades".
Mientras, en el Levante, escriba un gran poeta:
"El Oriente y Occidente deben desposarse
en el altar de la humanidad".
Y aqu est el Arte,
que invita al alma, tendida la mano,
hacia un bosque de calma y de sosiego,
hacia un jardn donde la imaginacin
atraviesa disparada el firmamento;
para invitarla al noble estrado de la sabidura
y guiarla, por fin, hacia el lejano horizonte
de la civilizacin universal.