El arco, la flecha y el blanco Paulo Coelho - del libro �Once minutos� Traducci�n: Juan Campbell-Rodger Todos somos arqueros de la voluntad divina. Por lo tanto, es indispensable conocer los instrumentos que tenemos a nuestra disposici�n. El arco El arco es la vida: de �l viene toda la energ�a. La flecha un d�a partir�. El blanco est� lejos. Pero tu vida siempre permanecer� junto a ti y hay que saber cuidarla. Necesitas per�odos de inacci�n; un arco que est� siempre armado, en estado de tensi�n, pierde su potencia. Por lo tanto, acepta el reposo para recuperar tu firmeza. As�, cuando estires la cuerda, tu fuerza estar� intacta. El arco no tiene conciencia: es una prolongaci�n de la mano y del deseo del arquero. Sirve para matar o para meditar. Por ello debes ser siempre claro en tus intenciones. Un arco tiene flexibilidad, pero tambi�n un l�mite. Un esfuerzo m�s all� de su capacidad lo romper� o dejar� exhausta la mano que lo sostiene. Del mismo modo, no exijas de tu cuerpo m�s de lo que te pueda dar. Y recuerda que un d�a llegar� la vejez y eso es una bendici�n, no una maldici�n. Para mantener el arco abierto con elegancia, haz que cada parte d� de s� s�lo lo necesario y no disperses tus energ�as. As�, podr�s disparar muchas flechas sin cansarte. La flecha La flecha es tu intenci�n. Es lo que une la fuerza del arco con el centro del blanco. La intenci�n del ser humano tiene que ser cristalina, recta, bien equilibrada. Una vez que la flecha parta no volver�. Por lo que, si los movimientos que te han llevado a trav�s del proceso no han sido precisos y correctos, es mejor interrumpirlo y no actuar precipitadamente s�lo porque el arco ya est� tenso y el blanco espere. No obstante, nunca dejes de manifestar tu intenci�n si lo �nico que te detiene es el miedo de errar. Si hiciste los movimientos correctos, da los pasos necesarios y acepta el reto, abre la mano y suelta la cuerda. Aunque no des en el blanco, sabr�s afinar la punter�a la pr�xima vez. Si no te arriesgas, nunca sabr�s qu� cambios eran necesarios. El blanco El blanco es el objetivo que hay que alcanzar. Lo escogiste t�. En eso reside la belleza del camino: no puedes nunca disculparte diciendo que el adversario era m�s fuerte, pues fuiste t� quien escogi� el blanco y tuya es la responsabilidad. Si ves en el blanco a un enemigo, puede que aciertes el tiro, pero no te mejorar�s en nada a ti mismo. Te pasar�s la vida simplemente intentando colocar una flecha en el centro de una cosa de papel o de madera. Algo completamente in�til. Y cuando est�s con otras personas, te quejar�s de que nunca hiciste nada interesante. Por eso tienes que escoger tu objetivo, dar lo mejor de ti para alcanzarlo trat�ndolo con respeto y dignidad: tienes que saber que significa y cu�nto esfuerzo, entrenamiento e intuici�n te ha exigido. Al mirar al blanco no te concentres en �l,; mira todo lo que sucede a tu alrededor porque la flecha, al ser disparada, se encontrar� con factores con los que no has contado, como el viento, el peso, la distancia. El objetivo s�lo existe en la medida en que un hombre sea capaz de so�ar con alcanzarlo. Lo que justifica su existencia es el deseo, sin el cual ser�a una cosa muerta, un sue�o distante, una fantas�a. As�, del mismo modo que la intenci�n busca su objetivo, el objetivo tambi�n busca la intenci�n del hombre, pues es �l quien da sentido a su existencia: ya no es s�lo una idea, sino el centro del mundo de un arquero.